¿Cómo se calcula la «riqueza de un país»?
Imagina que estás en una fiesta de famosos, tratando de adivinar quién es el más alto sin usar una cinta métrica. Crees que la mayoría son altos (porque, bueno, son famosos), pero, ¿cómo determinas quién se lleva la palma? Algo similar pasa con los países y su riqueza. Todos hablan de cuán «ricos» o «poderosos» son, pero, ¿cómo se mide realmente esa riqueza?
Aquí te voy a contar el secreto detrás de esos números que a veces engañan, y que a veces dejamos que nos engañen: el PIB y el PNB. Prepárate, porque vamos a averiguar juntos cómo se calcula la riqueza de los países, estilo CSI financiero.
El ABC de la riqueza de un país
Cuando intentamos medir la riqueza de un país, entramos en un terreno que podríamos denominar «El Gran Juego de los Números». En este juego, dos participantes van en cabeza: el PIB y el PNB. Pero, ¿qué son y cómo funcionan? Vamos a desgranarlo con ejemplos que todos podamos entender, sin necesidad de ser economistas.
PIB (Producto Interior Bruto)
Imagina que un país es como una mega empresa gigantesca, digamos «País S.A.», que produce un montón de cosas: desde coches hasta software, pasando por servicios como educación y sanidad.
El PIB sería el equivalente a todo lo que esa empresa vende en un año, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Si sumas el valor de cada coche, cada app de móvil, cada consulta médica y cada clase impartida, obtienes el PIB.
Es como el informe de ventas anual de la empresa, que nos dice cuánto ha producido la economía en términos de bienes y servicios.
Si «País S.A.» tiene un buen año, su PIB sube, indicando que la «empresa» está vendiendo más y, por tanto, se considera más «rica».
PNB (Producto Nacional Bruto)
Ahora, si el PIB es lo que el país produce, el PNB añade un giro interesante a esta trama empresarial.
Siguiendo con nuestra analogía, imagina que «País S.A.» no solo vende productos y servicios, sino que también tiene filiales y empleados trabajando en el extranjero.
Así, el PNB tiene en cuenta no solo lo que se produce dentro de «País S.A.», sino también lo que ganan sus ciudadanos y empresas en el extranjero. Pero, ¡ojo! Si un extranjero gana dinero dentro de «País S.A.», ese dinero se resta del total porque, técnicamente, no es «ingreso nacional». ¿Me sigues?
Piensa que cuando hablamos de PIB y PNB, estamos mirando dos caras de la misma moneda: una mide todo lo que se produce dentro de las fronteras (como la facturación total de nuestra empresa imaginaria), y la otra ajusta esa cifra para reflejar también lo que ganan los ciudadanos y empresas en el extranjero.
Ambos números nos dan pistas clave sobre la salud económica de un país, pero cada uno desde una perspectiva diferente.
No todo es lo que parece
En el mundo de la economía, las apariencias engañan más que en otros sectores. Aquí es donde entran en juego conceptos como el PIB y el PNB per cápita, que nos ayudan a poner las cosas en perspectiva, especialmente cuando se trata de entender la riqueza de un país de manera más realista (mucho más que el GTA).
El dilema de los habitantes
Imagina que dos amigos, Alex y Charlie, tienen cada uno una pizza gigante para cenar. A primera vista, podrías pensar que ambos están igual de bien. Pero aquí viene el giro: Alex tiene que compartir su pizza con tres personas más, mientras que Charlie tiene la pizza entera para él. Aunque ambos tienen la misma cantidad de pizza, lo que va a comer cada uno varía enormemente debido al número de personas con las que tienen que compartirla (lo mismo que te pasaba de pequeño con tus hermanos).
Esta situación es similar a cómo funciona el PIB/PNB per cápita. Si un país tiene un PIB enorme, a primera vista parecería que es muy rico.
Sin embargo, si ese país tiene que «compartir» su riqueza entre una población enorme, la porción de riqueza que le toca a cada habitante puede no ser tan grande.
El PIB o PNB per cápita divide esta «pizza» económica del total del país por el número de personas que viven en él, dándonos una idea más clara de cuánto le toca a cada uno, es decir, el poder adquisitivo promedio de sus habitantes.
Por qué el tamaño (de la población) importa
El PIB/PNB per cápita es crucial para entender el verdadero poder adquisitivo de los países porque nos muestra la imagen completa, ajustando la riqueza total del país por su número de habitantes.
Es como si tuviésemos que decidir si es mejor tener una pizza entera para uno mismo o una porción de una pizza mucho más grande que se tiene que dividir entre muchas personas. ¿Tú qué preferirías?
Este indicador nos ayuda a ver más allá de los grandes números de periódicos complicados y a entender cómo se traduce realmente la riqueza de un país en bienestar para sus ciudadanos.
Porque, un país con un PIB total alto pero también con una población enorme podría tener un PIB per cápita bajo o muy bajo, indicando que, aunque «País S.A» es grande y produce mucho, cuando divides las ganancias por el número de empleados (o ciudadanos, en este caso), la realidad de cada uno puede no ser tan buena.
Para que termines de verlo claro: China es el segundo país más rico del mundo en términos de PIB, pero el PIB per cápita de un ciudadano medio en Luxemburgo es 7 veces más grande que el de un ciudadano medio en China. ¿En qué empresa preferirías trabajar? ¿En China o en Luxemburgo? ¿O quizá en otro país? La respuesta en el siguiente apartado.
Mirando más allá del promedio
A veces, los números nos cuentan una historia, pero no toda la historia; eso que dicen de que las matemáticas no mienten, pero que hay mucho matemático mentiroso.
Es aquí donde debemos afinar nuestra destreza financiera y mirar más allá de los promedios, especialmente cuando hablamos de la riqueza de un país y cómo se reparte entre la gente que vive allí.
El engaño del PIB per cápita
Imagina que estás en una fiesta y anuncian que hay un trozo de tarta para cada uno. Sin embargo, cuando llega el momento de repartir, resulta que uno de los invitados, digamos el primo Evaristo, se ha zampado la mitad de la tarta, dejando solo migajas para el resto.
Aunque, en promedio, había «suficiente tarta para todos», la realidad es que la distribución fue cualquier cosa menos equitativa. ¿Te suena?
Bueno, pues esta situación es un reflejo de lo que puede ocurrir con el PIB per cápita. Este indicador puede sugerir que, en promedio, cada persona tiene una «porción» decente de la riqueza del país.
Sin embargo, no nos dice nada sobre cómo se reparte esa riqueza. Podría ser que unas pocas personas, como nuestro primo Evaristo en la fiesta, están comiendo más que un león, mientras que la mayoría apenas consigue unas migajas.
Índice de Gini: el chismógrafo económico
Aquí es donde entra en juego el Índice de Gini, el cotilleo del mundo económico que revela quién está comiendo como un león, y quién como un ratoncito.
El Índice de Gini es como ese amigo que no tiene pelos en la lengua y te cuenta quién, de todos los invitados, realmente disfrutó de la fiesta y quién se quedó mirando cómo los demás se divertían.
- Un índice de Gini bajo indica que la tarta se repartió de manera bastante equitativa, que todos en la fiesta tuvieron su justo trozo.
- Un índice de Gini alto es señal de que unos pocos se comieron casi toda la tarta, dejando solo las sobras para el resto.
Este índice, que nada tiene que ver con Ginny Weasley, nos da la verdadera medida de la desigualdad en un país, mostrando cómo está distribuida realmente la riqueza y si la economía está sirviendo bien a todos sus ciudadanos o solo a unos pocos afortunados.
Por lo que, a modo de conclusión, ten cuidado a la hora de determinar si China es un país rico o si vivir en Luxemburgo sería la fiesta padre. La realidad es que países como Islandia o Noruega, reparten mucho mejor la riqueza.