Paraísos fiscales, ¿qué son realmente y dónde están?
Piensa en los paraísos fiscales como la Batcueva de Batman, pero en vez de gadgets y el Batmóvil, están repletos de dinero y ventajas fiscales. Es un lugar donde, al estilo del Tío Gilito nadando en su dinero, los ricos y poderosos guardan sus fortunas lejos de las garras de los impuestos estatales. Que no te suene conspiranoico, es así.
Por ello, en el gran juego que es la economía mundial, estos paraísos fiscales son como esas casillas secretas de Jumanji que pueden cambiar totalmente el juego. Así que, cada vez que escuches «paraísos fiscales», imagina un lugar donde el dinero se esconde como si estuvieras jugando al escondite con tu prima Susana la del pueblo, en un escenario donde las reglas económicas y políticas globales son tan flexibles como las extremidades de Dhalsim en Street Fighter.
La primera regla de un paraíso fiscal es…
Si has visto «El club de la lucha» ya lo sabes, la regla número 1 es que nadie habla sobre el Club de la lucha. Algo muy parecido pasa con los paraísos fiscales según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
La cuestión es que, los criterios de la OCDE para identificar paraísos fiscales son como las reglas de un club muy exclusivo: impuestos casi nulos, secretismo tipo «El Club de la Lucha» en el intercambio de información, y una transparencia tan esquiva como Waldo en sus libros. En estos lugares, las actividades económicas reales son más raras que un unicornio paseando por la Barceloneta (las despedidas de solteras británicas no cuentan).
Regreso al futuro de los paraísos fiscales
Narrar la historia de los paraísos fiscales no es tarea fácil, porque podríamos decir que siempre han existido. Piensa en una tribu de neandertales de hace 42.000 años, y que todos los miembros debían aportar una parte de la carne que habían cazado durante el día a una especie de fondo común. Uno de ellos, corrompido por la avaricia, decide esconder parte de la carne que había conseguido cazar bajo unas piedras detrás de una colina alejada de la tribu y así aportar menos. Además, pagaba a un transeúnte que solía pasar por allí para que lo vigilase a cambio de un pedazo minúsculo de carne.
Esto ya podría considerarse un paraíso fiscal, porque la parte de carne que tenía que poner a disposición de la tribu, era comparable a los impuestos de hoy en un Estado, y la miseria que le pagaba al que vigilaba su escondite, es comparable a los escasos impuestos que se pagan en un paraíso fiscal.
En la era moderna, los paraísos fiscales comenzaron como pequeñas islas y territorios discretos, donde los más acaudalados escondían su tesoro lejos de la vista de los gobiernos ávidos de impuestos. Con el tiempo, evolucionaron como los Pokémon, transformándose en sofisticados centros financieros globales.
En sus primeros días, eran vistos como simples escondites del tesoro para piratas, pero con el paso de los años y las crisis económicas mundiales, la percepción ha cambiado y se han convertido en los Voldemort de la economía mundial: algo que todos saben pero de lo que nadie con poder se atreve a hablar abiertamente.
Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas
Seguro que conoces esta expresión, pero aunque no la conozcas, te puedes hacer una idea. Significa que si haces algo ética o moralmente mal visto por el gran público durante una estancia en la ciudad yanqui de Las Vegas, no debe hacerse público allá donde vives normalmente. Pues bien, el secretismo es, como decíamos más arriba, uno de los principales componentes de un paraíso fiscal.
Aquel que lleva su dinero lejos del lugar donde lo ha ganado para pagar menos impuestos, o directamente no pagar, no quiere que nadie se entere.
Soy un hombre mágico que vive en el país feliz, en la casa de gominola de la calle de la piruleta…
Como los magos del mundo financiero, los paraísos fiscales cuentan además con otros dos trucos principales en su sombrero.
Primero, tienen impuestos tan bajos que harían sonrojar a un vendedor de Black Friday; estamos hablando de impuestos mínimos o directamente inexistentes, como si fueran la versión fiscal del hombre invisible.
Segundo, sus normativas y estructuras fiscales son tan flexibles y diversas como las reglas de un juego de cartas inventado por niños; pueden incluir sociedades que solo existen en papel, como si fueran personajes de una novela, o intrincadas redes de empresas que recuerdan a un rompecabezas de mil piezas.
Los paraísos fiscales te perjudican, y lo sabes
Los paraísos fiscales son como los agujeros negros de la economía global, ejerciendo una influencia invisible pero poderosa. Primero, absorben enormes cantidades de capital, reduciendo los recursos disponibles para inversión y desarrollo en países de todo el mundo. Es como si se estuviera jugando una gigantesca partida de Monopoly a nivel mundial, y en la que solo unos pocos privilegiados tienen derecho a tirar 3 veces de seguido, a no ir a la cárcel, a comprar en exclusiva las calles más caras… Tú no puedes ganar.
Para los países de bajos ingresos, el impacto es aún más dramático. Estos paraísos actúan como esa aspiradora Dyson que le han traído los Reyes a tu padre, aspirando ingresos fiscales que podrían financiar educación, salud e infraestructura (estoy harto de pasarme 3 horas en Urgencias, pues eso).
Historias de evasión fiscal de grandes magnates y corporaciones, a veces más enrevesadas que un episodio de «Sherlock», resaltan estas repercusiones. Desde el escándalo de los Papeles de Panamá hasta los Papeles de Pandora (sí, a mí también me suenan a culebrón latinoamericano), estas revelaciones han sacudido gobiernos y forzado cambios en políticas y percepciones públicas.
Juego de Tronos y paraísos fiscales
Aunque no conozcas «Juego de Tronos», deberías pensar en los principales paraísos fiscales como reinos distintos, cada uno con sus propias reglas y secretos, en un juego de poder y dinero.
Islas Caimán - Dorne
Las Islas Caimán son conocidas por su clima cálido y su atmósfera relajada, al igual que Dorne. Ambos son conocidos por sus secretos bien guardados y su resistencia a la influencia externa. Al igual que Dorne mantiene una distancia prudente de los conflictos del resto de Westeros, las Islas Caimán se mantienen al margen de muchas normativas financieras internacionales.
Suiza - El Valle de Arryn
Suiza, con sus famosos bancos y leyes de secreto bancario, es como El Valle: una fortaleza inexpugnable rodeada de montañas. Al igual que El Valle, que es difícil de conquistar debido a su geografía, el sistema bancario suizo es inaccesible para muchos debido a sus estrictas leyes de privacidad.
Luxemburgo - Altojardín
Pequeño pero increíblemente influyente, Luxemburgo es como Altojardín, la sede de la rica y poderosa Casa Tyrell. Aunque no es grande en tamaño, su poder económico y su influencia son desproporcionadamente grandes, al igual que la influencia de los Tyrell en la política de los Siete Reinos.
Singapur - Lannisport
Singapur, un centro financiero global y uno de los paraísos fiscales más importantes, se asemeja a Lannisport, una de las ciudades más ricas de Westeros. Ambos son centros de riqueza y poder, conocidos por su prosperidad económica y su papel crucial en el comercio y las finanzas.
Panamá - Las Islas del Hierro
Panamá, conocido por los Papeles de Panamá, se asemeja a las Islas del Hierro, hogar de los temibles Greyjoy. Al igual que los Greyjoy, que tienen sus propias reglas y costumbres, Panamá se ha destacado por sus propias normas fiscales y bancarias, algo que convierte al país centroamericano en uno de los principales paraísos fiscales de América.
Terminando…
En definitiva, los paraísos fiscales no son una invención de las novelas de espías o de las películas de acción; son actores reales y poderosos en la economía mundial (muahahaha). Su impacto va más allá de solo guardar riquezas (que eso ya lo podría hacer yo en el patio de mi casa), influyen en cómo se distribuyen los recursos globales, afectando desde los presupuestos gubernamentales hasta la equidad económica de todos.
Tú piensa en el Doctor Claw y listo… Exacto, el malo del inspector Gadget, al que sólo le veíamos el brazo mientras acariciaba a su gato.